Vivir “aquí y ahora” quiere decir estar conectada con lo que pasa en el momento. Cuando estamos conectadas, podemos tomar acciones efectivas desde un “espacio neutral” y no guiadas por nuestras emociones o pensamientos.
Cuando nos convertimos en mamás, pasan muchas cosas a nivel inconsciente que quizá nos desconectan del presente sin darnos cuenta.
Una de las formas en que esto se puede ver es cuando reaccionamos o sentimos en forma desproporcionada a algo que pasa con nuestros hijos o a algo que hicieron.
En diferentes etapas de crecimiento de nuestros hijos revivimos historias que estaban muy enterradas y de las cuáles quizá no éramos o somos conscientes.
Esto es natural, es un mecanismo de sobrevivencia, si no reprimiéramos esta información, sería abrumador para nuestro Ser. El problema empieza cuando estas historias del pasado empiezan a dominar o a tener una influencia negativa en la forma en que nos relacionamos e intentamos criar a nuestros hijos. Cuando esto pasa, dejamos de vivir en el presente y de conectarnos con nosotras mismas y con nuestros hijos.
La buena noticia es que la vida siempre nos da oportunidad para sanar lo que no pudimos procesar en el momento. Ser mamá es una gran oportunidad para hacer esto.
Nuestros hijos saben que “botones” picar para que salga nuestro malestar. Este malestar puede ser la llave que nos abra el camino para revisar nuestras historias.
Entre más conozcamos de nosotras mismas; nuestra historia familiar, traumas, qué detona nuestros sentimientos, nuestros pensamientos, la forma en que nos relacionamos, nuestro cuerpo, etc., más posibilidades tenemos de conectarnos con nuestros hijos de una forma amorosa y libre de ataduras y condicionamientos.