El tema de hoy a nivel mundial es el #Coronavirus. Como sucede con todas las experiencias en la vida, cada quién estamos viviendo ésta a través de nuestros propios lentes.
Las diferentes líneas por las que yo he visto que se va nuestra mente buscando una solución y una respuesta al caos interno y externo que esto está provocando son las siguientes:
– Comprando artículos como mascarillas, gel anti bacterial y papel de baño.
– Viendo las noticias día y noche para ver cómo han cambiado las estadísticas y las noticias segundo a segundo.
– Haciendo gráficas para medir cómo se va esparciendo el virus.
– Buscando refugio fuera de la ciudad en donde viven.
– Mandando memes y mensajes con humor o preventivos sin parar.
– Etc.
Algo que comparten todas estas teorías es el miedo en menor o mayor medida.
Cuando sentimos miedo entramos en modo de sobrevivencia y la mente busca la forma de dar una explicación o una forma de estar seguros ante la amenaza. Por eso cada quien reaccionamos como podemos. En este estado la mente se contrae y se vuelve monotemática.
En lo personal, he estado en alguna de estas categorías desde que empezamos la cuarentena en CDMX. Sin embargo, he logrado entrar y salir del miedo varias veces.
Como yo lo veo, sin importar cuál de estas teorías o formas sea la correcta, lo cierto es que esta crisis nos está uniendo a nivel mundial. Este pensamiento me ayuda a salir del miedo colectivo.
A mí me ha hecho consciente (entre otras cosas) de cómo lo que pasa en el otro lado del mundo de donde vivo repercute en mi vida. Me ha hecho reflexionar acerca de lo cerca que estamos los unos de los otros. También he pensado como sin importar fronteras, todos compartimos las mismas emociones e instinto de sobrevivencia y protección. Me ha hecho más empática con la gente que no tiene sus necesidades básicas cubiertas y que viven al día día. Me ha surgido el deseo de apoyar más allá de mi casa y de agradecer profundamente lo que tengo.
Estamos más lejos en distancia corporal pero más cerca en otros niveles. Por esta razón yo agradezco la crisis.
Poco antes de que empezara toda la “locura” yo tenía pensamientos de “quiero que el mundo pare”. Sentía que no podía ponerme al corriente con tanta información, con el ritmo de vida, con todo lo que “había que hacer” para sentirse vivo, con toda la información en la red y las redes sociales. Demasiadas exigencias auto impuestas por el ruido exterior.
Gracias a la crisis y al “encierro” he podido poner en práctica mucho de lo que he aprendido por medio de meditaciones, terapias, yoga, etc. He podido observar mi mente, sentir mis emociones con intensidad y expresarlas. Me ha unido a seres queridos y me ha hecho apreciar la vida que tengo.
El aprendizaje para quien va a ser diferente. Pienso que, si no tomamos esta oportunidad para ir adentro aprovechando el silencio del mundo, corremos el riesgo de volver al otro tipo de caos en el que vivíamos quizá sin darnos cuenta.